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Diagnóstico erróneo acaba con dos vidas.


Érika Cruz Aguilar de 24 años de edad y el bebé que llevaba en su vientre con ocho meses de gestación.

Saríah Sosa Trujillo / miércoles, junio 08, 2011.

Foto Especial.
Alvarado, Ver.-Érika Cruz Aguilar de 24 años de edad y el bebé que llevaba en su vientre con ocho meses de gestación murieron el 15 de mayo por una presunta incompetencia médica de los doctores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que no supieron diagnosticar –pese a los síntomas– el dengue hemorrágico que esta joven padecía, su familia exige justicia y que habiliten las clínicas alvaradeñas para no repetir la historia.

La Jornada Veracruz tuvo acceso a una entrevista con sus familiares y los documentos con el número de afiliación a esta institución: 4810863169 que comprueban que esta mujer fue víctima de más de cuatro doctores que tuvieron frente a sí toda la sintomatología de un dengue hemorrágico y las pruebas sanguíneas, pero manejaron el caso como algo menor y en el acta de defunción no asentaron la enfermedad como causante.

En su casa ubicada de la colonia Centro del puerto alvaradense, Leonor Lira, suegra de la ahora finada, relata cómo comenzó el martirio el sábado 14 de mayo a las 15 horas, cuando debido a una fiebre por arriba de los 39 grados y algunas “manchitas”–conocidas médicamente como petequias– ingresó a la clínica del IMSS de este municipio en donde el doctor Torres (cuyo nombre no recuerdan), al revisarla le recetó paracetamol, abundantes líquidos y la regresó a su casa.

Después de 12 horas, el domingo a las 3 horas, retornó a este Instituto, pues la fiebre continuaba y los hematomas no desaparecían. Se encontraba de guardia el doctor Miguel Zamudio, quien les informó que no contaba con termómetro y le aconsejó tomar otra serie de pastillas, “no era necesario internarla”.

A las 7:30 horas la doctora Aurora Palacios la revisó y aconsejó que se realizara una biometría sanguínea, cuando se le presentaron los resultados del examen a la médico general, también se le indicó que la paciente tenia principios de diarrea y respondió que tenía que reposar y tomar muchos líquidos.

Con temor por la salud de su hijo, acompañada de su suegra Érika, visitó a un ginecólogo particular que la revisó y pide que reposara, hasta ese momento Emilio –nombre que tendría el pequeño– estaba estable, aunque con una ligera arritmia.

El lunes 16 a las 10:30 horas por un sangrado que regresaron a la misma clínica en busca de ayuda, al no contar con ginecólogo ni material suficiente la enviaron a la ciudad de Lerdo en donde supuestamente sí contaban con ello.

A su llegada se encontraron con la noticia de que tampoco ahí tenían un especialista que pudiera ayudarla, la joven ya tenía más de hora y media de estar perdiendo sangre, cuando la ingresaron al área, estuvo ahí 60 minutos más; para esto Emilio ya tenía un latido muy débil, por lo que se contempló operarla de emergencia, pero ella ya estaba muy grave.

Pese a las súplicas de doña Leonor, el cirujano Dann Manuhen Ignot Suárez la llevó a Veracruz junto con una colega al lado de la enferma en la ambulancia para socorrerla, pero perdieron tiempo al recoger material en Alvarado, pues lo olvidó en Lerdo.

Con notoria impotencia su suegra narra que ella ya se quejaba de viva voz, “era un dolor muy fuerte en la cabeza”, entre manotadas exclama: “se la pasan los doctores hablando por teléfono”. Ella estaba morada y con 240 de presión, fue cerca del poblado de Salinas en donde finamente falleció, los doctores poco hicieron por revivirla.

En el hospital general de zona número 71, de la avenida Díaz Mirón de manera oficial se registró el deceso y se entregó a los familiares un acta de defunción en lugar de dos, pues no le realizaron autopsia alguna y tampoco quisieron sacar a Emilio del vientre de su madre.

Nadie le dijo la verdad a los familiares pues en el acta 01918 del libro 08 se lee: “causas de la muerte a) hemorragia cerebral b) hipertensión arterial c) trombocitopenia grave”.

“Todos sabían que había muerto menos nosotros, pues enseguida pasaron las brigadas de salud fumigando”, expresa América Rascón Lira, cuñada de la occisa.

La familia exige que quienes resulten responsables les retiren la cédula profesional, asimismo “lo que usted dé por el valor de la vida de su esposa y su hijo es lo que pido”, el dinero no va a cambiar en nada el dolor de esta familia que se quedó con la cuna vacía en espera del nieto.

Otras víctimas de los centros de salud con los que cuenta el municipio se han unido con la leyenda: “Érika y Emilio somos todos”, recaban firmas para exigir que se tomen cartas en el asunto y esta historia no se vuelva a repetir. Están dispuestos a hablar con el gobernador del estado Javier Duarte, a enviar cartas al presidente Felipe Calderón, pero empezarán por su alcaldesa, Sara Luz Cano, con quien aún no han logrado una audiencia en persona pues ésta “no atiende por cita, sólo cuando tiene las puertas abiertas de su oficina” fue lo que sus trabajadores les respondieron cuando solicitaron una reunión.

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